La creación y mantenimiento de un huerto ecológico en En el barrio de S. isidro en Carabanclel se plantea como una herramienta pedagógica de primer orden, a modo de un modelo práctico, a escala reducida, de organización y de relaciones entre el ser humano y la Naturaleza.

De una forma amena, dinámica e incluso divertida, el huerto vecinal permite entender la educación ambiental como un proceso interdisciplinar, facilitando la comprensión de las interrelaciones de los seres humanos entre sí y con la Naturaleza, enmarcando todo ello dentro de un proyecto educativo global. Se puede introducir como un modelo didáctico a fin de potenciar la comprensión de los conceptos de biodiversidad, ecosistemas, ecología básica, integración con el medio ambiente o respeto medioambiental, al tiempo que fomenta valores como el trabajo en equipo y la cooperación mutua y acerca a los vecinos/as a la cultura rural y agrícola (Mariano Bueno: Manual práctico del huerto ecológico, Estella (Navarra): La Fertilidad de la Tierra, 2010).

Por otro lado, la puesta en marcha de huertos comunitarios dentro del área urbana se presenta como una herramienta útil para el desarrollo de iniciativas relacionadas con los paradigmas del desarrollo sostenible y con las recomendaciones de la Agenda 21.

La recuperación de una zona degradada y la mejora del entorno, una actividad relacionada con el contacto con la naturaleza, la alimentación, el consumo, la calidad de vida en las ciudades, el uso del agua o las relaciones sociales que atraviesan una gestión colectiva, son algunas de las características que se le pueden atribuir a un huerto como potenciales mecanismos para conseguir el interés de la población por los problemas ambientales.

Galeria de fotos mes de Julio 2013

El próximo miércoles 10-10-2012 inauguramos la exposición fotográfica sobre los huertos comunitarios de Madrid
Será a las 20:00h en LA CASA ENCNDIDA

 

Estas son nuestras fotografias

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El cultivo de un huerto ecológico, es mucho más sencillo de lo que en principio podría parecer, y lo más interesante es que no sólo es una forma de obtener alimentos frescos y saludables, que podremos recoger cada mañana para llevar a la mesa, sino que termina convirtiéndose en un espacio de disfrute y sana relación con la naturaleza. El huerto nos aporta hortalizas y frutos: nos da la oportunidad de realizar tareas creativas, de experimentar y descubrir nuevas cosas, de hacer sano ejercicio, de comer alimentos saludables, de regalar a familiares y amigos, de respirar aire fresco y de disfrutar plenamente de la vida

 

 

Huertos urbanos: caminando al futuro, aprendiendo del pasado  
Los huertos urbanos cuentan cada día con más adeptos.

 

La satisfacción de cosechar y comer lo que uno mismo ha plantado y cuidado es infinita.

 

 

 

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Novedades

PRODUCTOS DE NUESTRO HUERTO

20.08.2012 03:24

 

Un nuevo movimiento a nivel mundial está despertando la conciencia de mucha gente, un movimiento de sostenibilidad, ecología y conciencia global. La facilidad con la que intercambiamos información gracias a instrumentos como Internet está redescubriendo los huertos urbanos a las nuevas generaciones.

 
Historia

A lo largo de toda la historia, los huertos urbanos han estado presentes en la vida del ser humano. Durante la Segunda Guerra Mundial, en Estados Unidos, el 40% de los alimentos que se consumían en las ciudades eran producidos en huertos urbanos. En apenas 50 años, a causa de la revolución del petróleo y los demás combustibles fósiles, nuestro mundo y sociedad cambiaron completamente y nos hemos olvidado de lo que veníamos haciendo durante miles de años. Actualmente, países en desarrollo como Cuba, Chile, Perú o Argentina tienen una gran producción hortícola urbana y están recuperando este modo de producción.

En el caso de países como Cuba, esta producción es fruto de la necesidad, pero en los países más desarrollados se está implantando como alternativa a la cesta del supermercado. En ciudades como Nueva York, Londres o Barcelona, los huertos urbanos se están convirtiendo día a día en una opción adoptada por muchas personas.

 
¿Por qué un huerto urbano?

Estamos demasiado acostumbrados a ir al supermercado y poder comprar cualquier producto en casi cualquier época del año. No nos importa si es temporada o no, de dónde provenga, etc. Sólo nos importa comprar lo que se nos antoja, al precio más barato posible. Esta forma de pensar y consumir de manera irresponsable está llevando a producir de forma artificial e insostenible los productos que demanda el mercado.

Para producir tomates en invierno es necesario hacerlo en invernadero, en climas muy calientes, con sistemas de riego artificial. Este tipo de consumo ha llevado a cubrir desiertos como el de Almería, calurosos, secos e infértiles, de plástico, a abonarlos con abonos industriales y a regarlos con agua traída de otros lugares. Para que llegue a nuestra casa, el alimento es cosechado, seleccionado, envasado, enfriado y transportado, con el consumo energético que todo esto ha supuesto. Además, en un mercado como el nuestro, quien menos dinero gana con todo esto es el productor, que para que el producto tenga precios competitivos, tiene que venderlo en ocasiones por debajo del precio de coste de producción (a causa, en parte, del elevado coste de producción). Al conjunto de todo esto se le llama insostenibilidad.

Producir nuestros propios alimentos en casa nos enseña una cultura de alimentación diferente, nos acerca a la naturaleza, a comprender el ciclo de la vida y la alimentación, a apreciar el campo, nos acerca un poco más a los orígenes y, además, nos proporciona unos hábitos de alimentación saludables. Casi sin percatarnos, estamos ayudando a crear un modo de vida más sostenible.

 
 

 

 
Una gran satisfacción

Lo más gratificante de tener tu propio huerto urbano es, sin duda, el momento de cosechar. Cuando puedes empezar a coger tus propios tomates madurados en rama, tus pimientos, tus cebolletas frescas, lechugas que tardan apenas 15 minutos en pasar de la tierra al plato (y eso porque tienes que lavarlas). Todo sabe de manera diferente. No hay sabor comparable en nada que puedas comprar en un supermercado.

La primera vez que uno prueba su primer tomate madurado en rama, con una pizca de aceite de oliva y sal… solo eso… la cara de placer que se nos queda es un poema, es algo que hay que vivir.

Cuando uno empieza en esto de la agricultura urbana, lo más probable es que se acabe enganchando. El mayor escollo suele estar en convencer a tu pareja o familia de que tener tomates en el balcón no es ninguna locura. Los “preconceptos” de la gente a veces pueden ser un poco incomprensibles.

Cuanto más aprendes sobre agricultura urbana, más te interesa y más te paras a estudiar. Uno empieza por comprar plantel en una tienda y poner unas cuantas lechugas y acabas plantando tu propia semilla en cacharros de yogur y haciendo un calendario de planificación anual sobre qué quieres plantar, cuándo, cómo aprovechar el espacio al máximo, etc.

Incluso para cuando nos vamos de vacaciones, uno acaba ideando sus propios sistemas de riego casero para que nuestras plantitas sigan vivas cuando volvamos.